Zenón de Citio, el estoico, ya sentenció bien, ya... "Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para oir más y hablar menos"
Te toca llegar al lugar donde vas a actuar y presientes la tragedia. Es un salón con una acústica terrible. Das una palmada y queda reverberando tres minutos y medio. ¿Hay arreglo? Algo se podrá hacer.
Desde luego lo ideal sería que hubiese un técnico en condiciones que fuese capaz de ecualizar tu voz en función de la sala. Pero no es el caso. Con un equipito pequeño de sonido puedes salvar la situación.
En primer lugar ponte una diadema en vez del micrófono de solapa. Hoy te toca sacrificar la estética para que se entienda mejor.
En segundo lugar los altavoces los vas a poner muy cerca del público. Si por casualidad tienes muchos altavoces hoy los vas a poner todos pero a un volumen muy bajito, lo justo para que se te oiga desde el centro del auditorio.
En tercer lugar vas a extender esas tres alfombras que están enrolladas junto a la pared.
En cuarto lugar vas a conseguir que te traigan las colchonetas del gimnasio y las vas a extender por las paredes para que absorban.
En quinto lugar vas a bajar mucho los graves y vas a aumentar los agudos.
En sexto lugar vas a hablar muy despacio.
En segundo lugar los altavoces los vas a poner muy cerca del público. Si por casualidad tienes muchos altavoces hoy los vas a poner todos pero a un volumen muy bajito, lo justo para que se te oiga desde el centro del auditorio.
En tercer lugar vas a extender esas tres alfombras que están enrolladas junto a la pared.
En cuarto lugar vas a conseguir que te traigan las colchonetas del gimnasio y las vas a extender por las paredes para que absorban.
En quinto lugar vas a bajar mucho los graves y vas a aumentar los agudos.
En sexto lugar vas a hablar muy despacio.
Y al final te aplaudirán...